«Placeres y pecados» de Vanesa Martín

Las letras de Vanesa Martín (Málaga, 1980) tienen ese “pellizco” que llega al corazón, sobre todo las de su último trabajo musical, del que ella cuenta que es “un disco con un sonido actual, diverso, puro y salvaje, donde he tenido el placer de poder contar historias sin aderezos. El pecado le abre la puerta […]

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Las letras de Vanesa Martín (Málaga, 1980) tienen ese “pellizco” que llega al corazón, sobre todo las de su último trabajo musical, del que ella cuenta que es “un disco con un sonido actual, diverso, puro y salvaje, donde he tenido el placer de poder contar historias sin aderezos. El pecado le abre la puerta al placer y viceversa. Es una dicotomía interesante y, por tanto, hay tanto placer como pecado”.


La cantante malagueña vuelve a emocionar al público con ‘Placeres y pecados’, un disco positivo centrado en ese maravilloso sentimiento que es el amor con todos sus matices.

¿Cuáles son esos placeres y pecados confesables?
Soy una disfrutona. Quiero vivir y gozarme la vida, mi gente, el público. Seguir exprimiendo cada minuto, cada momento. Aprender, viajar, celebrar lo conseguido. Mis pecados son cuando me niego a que todo va bien y dejo de valorar por instantes lo afortunada que realmente soy.


En los tiempos actuales, donde predomina la rabia en las rupturas, llama la atención su dulce añoranza de los buenos momentos. ¿No conoce la venganza?
Jamás entendí la venganza ni la entenderé nunca y mucho menos hacia alguien que has amado y ha sido tu compañero o compañera durante un tiempo. No podemos exigir que nos quieran. No siempre estamos preparados para querer como se espera. Hay personas que automáticamente entonan ese “o estás conmigo o contra mí”. Me parece demoledor, vacío, primitivo, cruel y habla más de quien se comporta así que de quien se marcha de la relación. Desenamorarte de alguien no es una guerra. No debería caber la lucha. Hay que ser elegantes, sí. Cuando tomen esa determinación, hay que ser tajante en no entrar al trapo.


¿Es consciente de la capacidad de sus letras para revolver los sentimientos de quien las escucha?

Me alegra que así sea. La música debe remover y zarandear conciencias. Es un código invisible que consigue viajar dentro de tus emociones y recuperar pedazos de ti misma.

Además del formato CD, su último disco se ha editado en vinilo. ¿A qué se debe el renacer de este formato?
Al encanto y la magia que guarda, al sonido. El vinilo es una pieza casi de coleccionista. Hay quien sigue empujando por lo más puro y lo más auténtico. Poniéndole freno a la prisa. Y las fotos son mucho más grandes [risas].


¿Ha encontrado la inspiración en los largos desplazamientos?
Muchas, en aviones, trenes, viendo el paisaje correr y la relatividad de todo. La inspiración a veces te ronda y te pilla en momentos insospechados. Hay que agarrarla. Nunca se le puede decir que no, ni girarle la cara. Me gusta observar mucho a mi alrededor y soy porosa. Esto lo canalizo en canciones cuando realmente me suena el botón correcto.

¿Cómo pasa su tiempo a bordo de un avión?
Desde hace años lo tomo como un descanso. Un espacio donde duermo, escribo, pienso, respondo mails atrasados, veo películas, leo… Es como una burbuja de paz y gozo… Si no se mueve mucho.

A la hora de hacer el equipaje, ¿qué objeto no puede faltar en el interior de su maleta?

El perfume al que soy fiel desde los 16 años, ropa interior como si me fuera medio año, un buen libro y un par de cascos para escuchar música.

Entrevista realizada por Carmen Otto para la revista Europa.